No sabes lo que dices.
Estás locx.
No te pongas así, nadie tendría esa reacción.
Eso no fue lo que pasó, te lo estás imaginando.
Gaslighting es una forma de abuso emocional que, hablando llanamente, consiste en convencer a la víctima de que se equivoca; de que sus pensamientos, sus emociones, sus recuerdos, están mal. De manera consciente o inconsciente, quien lo sufre es manipuladx para dudar de sí mismx.
Desde la inseguridad y la confusión que se generan, la víctima acaba por desconfiar de su propia opinión, invalidando su criterio incluso en las decisiones más pequeñas del día a día y dependiendo de los demás para reafirmar sus percepciones y juicios. Algo así como «dime si lo que pienso está bien, si debería sentirme como me siento o no, si esta decisión es la correcta y la que tomarían los demás».
Que alguien le pueda hacer sentir así a otra persona es terrible, ¿no? ¿Y si te digo que es muy común que nos lo hagamos a nosotrxs mismxs? Puede que alguna vez te hayas dicho una de estas frases:
Soy demasiado sensible, en realidad es una tontería.
Hay gente que lo pasa peor, no debería quejarme.
Siempre hago una montaña de un grano de arena.
Tengo que dejar de llorar, estoy dramatizando.
La gente normalmente no piensa/siente esto, el problema es mío.
Con cada una de ellas, cuestionamos nuestra percepción de la realidad e invalidamos nuestras emociones.
El impacto que esto tiene para nuestro bienestar -porque la salud mental también es salud- puede ser tremendo: aumentan las inseguridades, la baja autoestima, el temor a equivocarnos, la culpabilidad y la necesidad de pedir perdón constantemente, la ansiedad…
Por si fuera poco, podemos llegar a pensar que lxs demás creen que inventamos o exageramos lo que nos ocurre; e incluso podemos llegar a cuestionarnos si realmente nos lo estamos inventando.
No sería extraño pillarnos a nosotrxs mismxs en una de estas trampas hoy en día, con la situación tan complicada que vivimos. La llegada del Covid-19 ha traído mucha incertidumbre, muchos miedos y preocupaciones, mucho estrés, y es probable que en un momento u otro hayamos sentido la necesidad de minimizar o invalidar esas emociones, tal vez hemos pensado «lxs demás han vuelto a la normalidad, por qué yo no puedo hacerlo».
Con pandemia o sin ella, el hecho es que esta especie de autosabotaje es bastante común. Si tú también te identificas con alguna de estas sensaciones, tienes que saber que hay una forma de pararlo: autovalidación.
Confía en tu instinto y date permiso para sentir. No tengas miedo a ser compasivx contigo mismx, eso no significa que vayas a permitírtelo todo y conformarte; significa que vas a tomarte más en serio a ti mismx, que vas a entender mejor qué es lo que te gusta, qué es lo que te motiva, lo que necesitas para avanzar, lo que te hace daño y no quieres en tu vida.
Tal vez, cuando aparezca una de esas frases, puedas reformularla para decirte algo como:
No hay nada malo en mi forma de vivir las cosas.
Mis problemas también son importantes y me merezco ser escuchadx.
Mis emociones son válidas.
Lo que pienso y lo que siento es real.
LAURA DE JUANA
PSICÓLOGA. Nº Col.: CA01074